Un día más, un día más al
hastío de tu corazón, un día más a la sombra de tus sentimientos, esos que solo
un valiente corazón ha sido capaz de arrollar.
Te busco en el castillo de
mi cuerpo, aquel en el que me hallo clausurado, buscando sentimientos que un
día creí enterrados y que hiciste volver a resurgir.
Necesito saber si me amas
de verdad y esta vez ya sobran las palabras y las promesas, quiero que de una
vez hables con el corazón y hablen los sentimientos, porque lo que está claro es
que nunca los pensamientos sobrepasan lo que el corazón dice y si intentamos
callarlo lo único que hallaremos será sufrimiento.
El único miedo que debería
existir sería el de perder tan puro amor. El miedo no es más que un estado de
la mente al que se vence con la fuerza de un poderoso sentir, pero para hacerlo
habrán de emplearse todas las ganas posibles de vivir, de vivir feliz. No se
puede tener miedo a un amor que se quiere vivir, ese miedo habría de tenerse a
no vivirlo y a morir pensando en lo que hubiera sido.
No tengas miedo de amar, de
volver a amar a quien te enseñó el significado de esa palabra y sobre todo, no tengas
miedo a la soledad, habría que tener miedo a vivir engañándose, porque no
existirá mayor soledad que perder lo que realmente te hace feliz, porque
perderlo llevara al más profundo precipicio al vacío.
Una frase que me ha
enseñado mucho es que “no hay una historia de amor real que tenga un final
feliz. Si es amor no tendrá final. Y si lo tiene, no será feliz”.
Por lo tanto, en la vida
hay que arriesgar, arriesgar por lo que uno quiere de verdad y dejar atrás
miedos y pensamientos que nos digan lo contrario, porque cuando uno realmente
hace lo que quiere es feliz, por mucho, poco o por un tiempo infinito, pero
feliz de verdad.
Hoy me encuentro aquí
escribiendo esto, con los ojos encharcados como aquel día en que te fuiste y
como todos aquellos en que no estás por tus temores. Pero dicen que si quieres
algo en la vida tienes que luchar por ello y hacer ver que merece la pena.
No puedo prometer cuentos
de hadas, solo puedo prometer dar todo de mí por ti, como cada día desde aquel
caluroso miércoles.
Te recuerdo como eras el
último otoño. Con cálida mirada y escalofríos bajo las sábanas.
Te quiero y te quise, ayer,
hoy y mañana.
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